Entre la persona y el personaje: Convertirse en Beauvoir de Kate Kirkpatrick.

sararoscales
5 min readJul 27, 2020

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Para nadie que me conozca o siga desde hace un tiempo es una sorpresa mi pasión por Beauvoir. Cuando en Segundo de Bachillerato me preguntaba si es que aquello de la filosofía solo lo podían hacer los hombres y si no había mujeres filósofas, me encontré con Simone de Beauvoir y creo que, sin lugar a dudas, fue uno de los descubrimientos de mi vida. Desde entonces he leído atentamente tanto su filosofía como su literatura y, especialmente, su autobiografía.

No son pocos los mitos y las controversias en torno a la vida y la obra de Beauvoir, su filosofía ha sido y sigue siendo considerada como una mera aplicación o secundación de las tesis sartreanas — pese a que a lo largo de su vida y obra tanto ella como Sartre dieron cuenta de las discusiones y desacuerdos que causaban algunos de los pensamientos del uno en el otro — , y su obra ha sido rechazada o criticada tanto por esta razón, como por su “indecorosa” forma de vivir. Sin embargo, tampoco han sido pocos los que han idolatrado o romantizado la vida de Beauvoir. Como dice Kirkpatrick, sus obras siempre causaban un virulento rechazo o una profunda admiración. No obstante, tanto el mito en torno a “la Beauvoir” como en torno a su relación con Sartre fueron en parte alimentados por la imagen que ella crea en sus memorias. Kirkpatrick trata de responder a lo largo de su libro a la sospecha que muchos lectores han tenido sobre que Beauvoir trasmitió una imagen alterada de sí misma y de su vida; en este sentido, intenta esclarecer, en la medida de lo posible, las razones o motivaciones que pudieron llevar a la filósofa francesa a hacer esto.

Para esta empresa Kirkpatrick recurre al desplazamiento de la figura de Sartre del centro de la vida de Beauvoir y pone en cuestión si “la gran historia de amor del siglo XX” fue realmente la historia de un amor, o de una amistad. Al final y al cabo, en sus diarios de estudiante, a las pocas semanas de conoce a Sartre, Beauvoir escribió: «Lo llevo en el cuerpo y en el corazón, y, sobre todo (pues en mi cuerpo y en mi corazón podría llevar a otros), es el amigo incomparable de mi pensamiento» (Kirkpatrick, 2020, p. 29). Durante mucho tiempo, sobre todo en la época anterior a la publicación de los diarios y cartas de Beauvoir, se ha afirmado y especulado que Beauvoir aceptó su relación con Sartre aunque siempre albergo la amargura de no ser “la única” para Sartre, o que este no quisiese casarse con ella (cuando, en realidad, Sartre hizo una proposición de matrimonio a Beauvoir cuando fue destinada a Marsella y el a El Havre, la cual fue recibida por Beauvoir con desconcierto y la rechazó). Lo cierto es que, cuando Beauvoir conoció a Sartre, su corazón se encontraba ya dividido entre su primo Jacques y René Maheu, por lo que, parece que la propuesta del amor necesario y los contingentes que recibió por parte de Sartre tuvo que resultarle natural — pese a las reticencias que las expectativas que de ella tenía su familia pudiesen ocasionarle — ; para ella era evidente la posibilidad de amar a varias personas al mismo tiempo.

Beauvoir siempre ha sido presentada en todos los sentidos como la segunda de Sartre, tanto en su vida, como en su obra. Sin embargo, tanto por los diarios de estudiante de Beauvoir como por obras posteriores y el testimonio que tanto ella como Sartre dieron, muchas de las ideas de Sartre ya estaban presentes en Beauvoir antes de conocerlo. Si algo está claro para cualquier lector atento es que la originalidad de la filosofía de Beauvoir y el rechazo de muchas de las tesis sartreanas es incuestionable. Quizá la oposición más grande de Beauvoir respecto de la filosofía de Sartre es aquella que tiene que ver con la concepción de este sobre la libertad puesto que rechazaba que esta fuese ilimitada como Sartre sostenía y, en su lugar, ella consideraba que existen distintas situaciones que limitan el ejercicio de la libertad. Sin embargo, también algunas de las ideas más famosas de Sartre como la mala fe o el “ser para sí” y “ser para los otros” ya estaban presentes en Beauvoir previamente, como es el caso de estos últimos términos que habían sido propuestos por Beauvoir en sus diarios de estudiante como “visión desde dentro” y “visión desde fuera”, o la de mala fe que fue desarrollada conjuntamente pero está totalmente atribuida a Sartre.

Junto con lo que atañe a la figura de Sartre, los argumentos ad feminam basados en la vida personal de Beauvoir han sido los más usados contra su obra y su persona. Habitualmente se ha recurrido a la correspondencia con Nelson Algren para afirmar que Simone era sumisa y, por tanto, no feminista. Del mismo modo, uno de los episodios mas controvertidos de la vida de Beauvoir, el que tiene que ver con “el trío” y “la familia”, sobre todo por las relaciones que mantuvo con Olga, Bianca y Nathalie, que habían sido alumnas suyas y con las que posteriormente mantuvo relaciones de tipo romántico, ha sido uno de los más recurrentes para descalificarla. No seré yo quien defienda que su forma de actuar fuese correcta, puesto que incluso ella reconoce que las acciones y decisiones que tomó a este respecto fueron poco acertadas. Sin embargo, al igual que Kirkpatrick pienso que:

es muy triste tener que reducir la vida de Beauvoir a sus peores momentos, a esas momias de yoes muertos que ella tanto lamentaba. Puede que hubiera estado atrapada por su propio pasado, pero también era presa de los prejuicios sociales; su vida es un buen reflejo de la doble moral que encerraba a las mujeres en “la condición femenina” y, sobre todo, del modo en que eran castigadas cuando se atrevían a decir la verdad, cuando reivindicaban la facultad de ser el “ojo que ve” y descubrían los vicios de los hombres (Kirkpatrick, 2020, p. 373).

Dicho esto, creo que lo mejor del libro de Kirkpatrick es el esfuerzo que hace por contrastar los diarios, cartas y las diversas obras de Beauvoir para desmontar los mitos sobre la relación, la persona y la obra de Beauvoir, además de trazar un posible camino sobre por qué Beauvoir creó una imagen — o como a mí me gusta llamarlo: un personaje — de sí misma y de su vida un tanto distorsionada. Como todos podemos sospechar habiendo leído el libro de Kirkpatrick o no, razones puede haber muchas, lo que está claro es que el personaje de Simone de Beauvoir que ha llegado hasta nosotros, para bien y para mal, está alejado de la persona que fue puesto que: «nunca sabremos cómo fue Beauvoir desde dentro: la vida vivida no se puede reconstruir a partir de la vida narrada» (Kirkpatrick, 2020, p. 375).

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sararoscales

📚 algo de filosofía ♀ #leoseñoras y más que voy a leer «cuando digo lo que siento, lo que siento se transforma lentamente en lo que digo»