Amo a ti: las sombras del libro de Irigray.

sararoscales
4 min readMar 23, 2021

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Como contaba por stories de instagram, el otro día dándome una vuelta por la sección de Estudios de la mujer de la biblioteca de la universidad me encontré este libro de Irigaray que no sabía qué estaba traducido y me lo llevé para casa. El libro tiene algunas luces pero, sobre todo, demasiadas sombras. Ya he comentado alguna vez que me interesa y me considero más cercana al feminismo de la diferencia que a otras tendencias del feminismo, especialmente al de la igualdad (con el que comulgo más bien poco en muchas cosas).

Luce Irigaray

En este sentido, Irigaray es una de las grandes exponentes del feminismo de la diferencia, de un feminismo de la diferencia, que en su caso, me interesa a nivel filosófico pero que no comparto a nivel político porque para mí fracasa como proyecto feminista. Con afirmaciones como las siguientes, para mí, Irigaray fracasa como feminista:

  1. «la naturaleza humana es dos»,
  2. «puesto que el entre-mujeres que se da como desafío, el desarrollo de un sentimiento homosexual sin creación de mediaciones objetivas, útiles a todas las mujeres y a las relaciones entre mujeres y hombres, no sirve a la causa del género femenino sino solo a la de algunas mujeres cuya intención es parcial sin reconocerlo como tal» (Irigaray, 1994, p. 14).
  3. «entre el hombre y la mujer hay otro: biológico, morfológico, relacional. […] Alguno(as) rico(as) i ingenuo(a)s de nuestra época quieren borrar esta diferencia recurriendo al mono sexo, al unisexo o a lo que se llama la identificación: aunque sea hombre o mujer corporalmente puedo identificadme con, y así ser, el otro sexo. Este nuevo opio del pueblo aniquila al otro en una engañifa de reducción a la identidad, la igualdad, la mismidad, sobre todo entre el hombre y la mujer, último anclaje de la alteridad real» (Ibídem, p. 94–95).

Por cosas como estas, me resulta amargo leer a Irigaray puesto que en la construcción de su discurso me parece que acierta en muchas cosas; hace un profundo análisis de la constitución de la subjetividad femenina y de las relaciones intersubjetivas y elabora algunas de las reivindicaciones del feminismo de la diferencia que me interesan, pero lo hace, desde mi punto de vista, desde una posición equivocada: puede que las relaciones entre mujeres no sirvan para abordar la totalidad de lo que debemos transformar porque no todas las mujeres son lesbianas, pero las relaciones heterosexuales tampoco, puesto que no todas las mujeres son heterosexuales; puede que el género se haya construido sobre la base del sexo biológico pero eso no implica que haya una correlación necesaria, ni mucho menos natural, entre una construcción cultural como lo es el género, y el sexo biológico.

La reformulación que Irigaray hace de la famosa frase de Beauvoir “no se nace mujer, se llega a serlo”, me parece totalmente innecesaria, además de equivoca o errónea puesto que implica un retroceso. Dice Irigaray: «Entonces, no es como decía Simone de Beauvoir: “no se nace mujer, se llega a serlo” (por cultura), sino más bien: yo nací mujer, pero aún debo devenir esta mujer que soy por naturaleza» (Ibídem, p. 155). La reivindicación de una cultura, de una genealogía propia de y para las mujeres no debe pasar, desde mi punto de vista, por la esencialización del ser mujer, ni por un correlato ¿naturalista? sobre la construcción cultural del género. Si aceptamos que el devenir mujer es un devenir cultural, podemos reivindicar esta genealogía, esta pertenencia y cultura propias desde las condiciones socioculturales que la propician y no, como hace Irigaray, sobre el sexo biológico.

Bracha L. Ettinger, Rachel Pieta Medusa, 2, 2015–2018, oil on canvas, 30 x 40 cm

Sin duda, para mí, por razones como estas para mí Irigaray fracasa como feminista aunque no como filósofa. Si me tengo que quedar con algo del libro me quedo con su dimensión filosófica y con la agudeza de Irigaray para plantear cosas como la siguiente: «Convendría más bien decir: amo a ti o amo aquello que en ti es a la vez aquello que es y deviene, aquello que siempre me permanecerá ajeno. Con te deseo se corre más riesgos aún que con te amo de perjudicar una relación intersubjetiva». (Ibídem, p. 197). Con su agudeza para plantear la problemática de las relaciones interpersonales, amorosas y materno-filiales, y con la especial atención que presta al lenguaje como forma de constitución de la propia realidad u organización social, como un reflejo de la opresión de las mujeres. Por cosas como estas, merece la pena rescatar a la Irigaray filósofa aunque en muchas cosas tengamos que “prender fuego” a la Irigaray feminista.

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sararoscales

📚 algo de filosofía ♀ #leoseñoras y más que voy a leer «cuando digo lo que siento, lo que siento se transforma lentamente en lo que digo»